Uno de los problemas que con más frecuencia aparece en las explotaciones ganaderas es la mala calidad del agua.
El agua es una parte muy importante de la producción avícola, ya que forma parte del doble de cantidad de lo que comen las gallinas a diario, por lo que hay que proporcionarles un agua de calidad, para que su sistema inmunitario funcione correctamente y no provoque problemas de salud. Además, se tienen que llevar un análisis microbiológico periódico mínimo de dos veces al año.
El agua tiende a degradarse por diferentes motivos como por el propio terreno ya que contiene minerales y microorganismos, los purines de los animales, los abonos… y también tiende a acumular materia orgánica en la línea de los bebederos dando lugar a biofilms.
Para tener un agua de calidad es importante filtrar el agua, y luego clorar y acidificar el agua correctamente.
El pH recomendado para el agua es de 6.0, ya que así aumenta la eficacia de los biocidas, evita la acumulación de biofilms, y favorece la salud intestinal y la digestibilidad de las gallinas.
La cantidad de cloro recomendada en agua es entre 0.5 y 1.0 y se puede utilizar de manera paralela para desinfectar el agua. Es recomendable usar un cloro que sea alguicida para no favorecer el aumento de la materia orgánica y con ello provocar el taponamiento de las tetinas.
Para tener unas dosis adecuadas tanto de cloro como de agua es recomendable el uso de bombas de inyección, para mantener estable las cantidades y que no haya desequilibrios, además se debería medir de vez en cuando para recalcular las cantidades.
También debemos tener en cuenta que se tiene que hacer una limpieza de la línea de las tetinas cada vez que haya un vacío sanitario con un desinfectante a dosis altas.
Es importante que los bidones y las tuberías del sistema de agua estén en un lugar con un cierto aislamiento térmico, no conviene tenerlos fuera de la explotación.